Doos.

Dos, un número interesante, dos, un número infalible, dos. Desde aquel orificio en la pared observé todo, mejor dicho, dos orificios. Desde hace unos meses espiaba a mi vecino, pensad lo que queráis de mi. Si el ponía música y bailaba, yo bailaba con él. si él veía una película yo reía con él, si él hacía deporte yo hacía deporte con él, aunque en la distancia, y si él moría, yo moría con él. Había enloquecido por una persona a la que ni siquiera conocía y ahora no podía parar de pensar en él, una persona a la que ni siquiera le gustaban los chicos. Una tarde puso música tranquila y observé por el agujero, no era su estilo de música, ¿qué hacía poniendo esa música?, ¿qué hacía con aquella camisa tan elegante? Y como todo en la vida, tenía una explicación. Después de cuarenta y cinco minutos volvió a la habitación, con una mujer, una mujer guapa, elegante, una mujer que tenía marido e hijos y que no era la primera vez que le visitaba.
-¿Cómo has conseguido venir? ¿Qué les has dicho a los niños?
-Tú por eso no te preocupes, está todo bajo control.
Estaba enfermando. Le empezó a besar poco a poco, cada vez con más pasión. Le odiaba a él, odiaba a esa mujer, les odiaba, él era mío aunque no lo supiera, era mío. Le quitó el vestido a aquella mujer, la cual no llevaba ropa interior debajo. Se tumbaron en la cama. Estaba a punto de estallar. Yo solo era para él dos ojos de un cuadro, un cuadro colgado en su habitación, en esa habitación desde la que yo le miraba, le miraba y le amaba.
No podía más. Llamé a su puerta. Tardó en abrirme. Cuando abrió la puerta intentó cerrarla pero le fue imposible. Le apuñalé cuatro veces, cinco, seis, me hubiera gustado que con dos fuese suficiente pero me fue imposible. La mujer de su habitación me miró con cara descompuesta y luego le miró a él. "Hijo, no es lo que parece", dijo entre sollozos. Sí, me había quedado sin media naranja, y ahora me iba a quedar huérfano, a ella le apuñalé once veces, once veces que la vi desde los agujeros de mi habitación. Acto seguido me senté en la ventana y tras dos segundos... me dejé caer.

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